Los sones son propios de las costas y se fueron formando lentamente durante la época colonial a medida que se mezclaban las razas, española e indígena, fijándose definitivamente sus caracteres hacia la mitad del siglo XIX. Son melodías populares espontáneas, cantables y bailables, que se origínan en la fusión de la música española con la indígena. Su armonía rítmica, ruidosa y a contratiempo, expresa con vigor indiscutible las características de nuestra raza. Literalmente, los sones encierran a veces, un pensamiento amoroso lleno de melancolía donde se entremezcla con la ironía y lo jocoso, cuajado de ingenio. Se baila en diversas regiones del país, con variantes según el medio. En los pueblos de Jalisco, que son innumerables, sentaron carta de naturalización, en Cocula principalmente, pero también se bailaban y se bailan en otras poblaciones del Estado, especialmente las del Sur. Por su belleza melódica y coreografía, se han escogido para presentarlos como bailables fuertes, los siguientes sones: Jarabe Tapatío, El Son de la Madrugada, El Son de las Alazanas, El Son de la Negra, El Son de las Copetonas.
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